Estrés Docente o Burnout
Según un estudio realizado, el 37’5% del colectivo docente se considera bastante estresado por la interacción con los/as alumnos/as, que un 7’4% del profesorado asegura que alguna vez ha sido agredido por algún escolar y que un 2% admite que el alumnado le ha agredido físicamente al menos una vez al mes. Asimismo, el nivel de estrés generado por la interacción profesor-familias se eleva a un 19’3 %, indicándose que un 24% del profesorado ha recibido en alguna ocasión por parte de las familias insultos. Es por ello que dicho estudio constate que más del 50% del profesorado tiene altos niveles de estrés.
Pero, ¿A qué denominamos estrés docente?
Podemos denominar estrés a aquella excesiva activación psicológica y física que padecen los docentes como consecuencia de la interacción de los estímulos ambientales (clima del aula, relación con las familias del alumnado, relaciones con los compañeros del equipo educativo y centro, etc.,) y la respuesta idiosincrásica del individuo (teniendo en cuenta sus expectativas, exceso de control, forma de afrontar conflictos, etc.,) que puede desencadenar en problemas de salud y laborales (manifestaciones conductuales, actitudinales, psicológicas y fisiológicas).
¿Por qué son tan elevadas las estadísticas? ¿Cuáles son las causas que generan el estrés docente?
Algunas de las causas que generan el estrés docente son:
- Escasez de recursos materiales y humanos. El docente se encuentra solo en su aula ante la diversidad de capacidades e intereses del alumnado, teniendo que ofrecer una formación adaptada a las características de éste. En ocasiones, se producen dificultades de aprendizaje que el docente por sí solo no puede minimizarlas y es necesario contar con el apoyo de otros profesionales (logopedas, orientadores/as, profesor/a de educación especial).
- Atender a las necesidades específicas de apoyo educativo del alumnado. Además de ser la colaboración necesaria de otros profesionales, el docente durante su formación inicial no ha sido formado de cómo atender y afrontar las dificultades de aprendizaje que se pueden manifestar en el aula. Accede a la función pública teniendo dificultades para realizar adaptaciones curriculares ajustadas a las necesidades del alumnado.
- Falta de motivación e interés por parte del alumnado. El docente sufre malestar y desconcierto al observar que existe un desequilibrio entre sus expectativas y la realidad con la que se encuentra en el aula, alumnado que no tiene motivación ni deseo de continuar su formación. En un primer momento, los docentes sobrepone y activan mecanismos de adaptación, pero en los que el problema persiste produce desánimo e insatisfacción al observar que sus expectativas no se aproximan a la realidad y no saben cómo afrontarla.
- Problemas de disciplina del alumnado. Constantemente observamos a nuestro alrededor y a través de los medios de comunicación la dificultad que se encuentra el profesorado en su actividad cotidiana debida a los problemas de conducta del alumnado, en algunas ocasiones siendo el profesorado el objeto de esa violencia, ya sea verbal o física.
- Falta de reconocimiento social.La labor de los docentes en algunas ocasiones queda menospreciada o poco valorada por la sociedad. En la actividad cotidiana son desautorizados, en algunos casos, por la propia familia del alumnado. En algunas comunidades autónomas se ha iniciado el reconocimiento como autoridad pública.
- Falta de colaboración de las familias.El profesorado, en ocasiones, se ve incapaz de que exista una comunicación fluida y una colaboración eficaz con las familias del alumnado, ya que éstas no participan en la actividad educativa.
- Innovaciones educativas sin formación previa.El profesorado debe estar actualizado y formándose constantemente, pero en ocasiones se introducen cambios en su práctica cotidiana y no se ha formado previamente sobre éstos, produciendo desconcierto e incertidumbre.
- Inadecuada relación con el resto del profesorado. Puede darse la situación, que existan divergencias y dificultades en la comunicación entre los distintos docentes del centro, provocando malestar generalizado y como último extremo, ansiedad y estrés ante la situación vivida.
¿Cómo se podrían reducir el nivel de estrés del profesorado?
Desde el centro educativo:
- Promover actuaciones dirigidas al profesorado que sufre el síndrome de burnout. Los orientadores junto al equipo directivo pueden promover actividades de perfeccionamiento. Para ello sería necesario hacer un análisis inicial de necesidades para detectar qué profesor/a está sufriendo estrés, para posteriormente implantar las acciones y tras ello, evaluar las actuaciones llevadas a cabo.
- Establecer mayores cauces de comunicación entre el profesorado y la familia. Se pretende que los centros educativos sean una continuidad de la sociedad para ello es necesaria la colaboración de los padres y las madres del alumnado, puede ser a través de acciones conjuntas, la asociación de madres y padres del alumnado, etc.
- Promover actuaciones dirigidas al alumnado para disminuir los conflictos en el centro educativo. A través de la mediación entre iguales, o la mediación escolar pueden gestionarse numerosos conflictos que pueden ser resueltos a través del diálogo y la comunicación.
- Crear grupos de trabajo. A través de la organización de un grupo de trabajo (conjunto de docentes que trabajan de manera colaborativa sobre una cuestión) podrían establecerse unas pautas metodológicas para afrontar situaciones que generen estrés en el aula.
Desde las administraciones educativas:
- Promover cursos de formacióna través de los Centros de Profesorado: Relacionados con la resolución de conflictos, autoconcepto, autoestima, habilidades sociales y asertivas, cómo afrontar el estrés en el aula, etc.
- Reconocer al profesoradocomo autoridad pública.
- Disminuir la ratio de alumnos por clase.
- Distribución de recursos humanos eficazy adaptada a las características de los centros educativos y del alumnado.
- Incluir en la formación inicial del profesorado materias que versen sobre cómo adaptarse a la diversidad del aula.
Solo a través de una actuación conjunta de la administración educativa y los centros educativos, contando con los recursos necesarios podrán desembocar en una disminución de estos datos. Mientras tanto, el profesorado deberá seguir haciendo frente a su situación personal apoyándoselo en su buen hacer y profesionalidad.